AINSA - HUESCA
Los objetos con forma fálica
o faliformes se han utilizado tradicionalmente, desde las primeras sociedades
humanas que comenzaban a poner en marcha la agricultura, como símbolo de fertilidad, y los llamadores
(también llamados trucadores ya que es lo que
se utiliza para trucar o, lo que es lo mismo en Aragón y Cataluña, llamar a la
puerta ) se hacían así para atraer la fecundidad, lograr que en esa casa no
faltasen los descendientes y asegurarse así de que había un heredero para la
fortuna familiar.
Es
curioso cómo un pequeño objeto, algo tan aparentemente insignificante, de uso
tan común en las casas de Aínsa y de muchos otros pueblos, ha definido durante
años las creencias y el estatus social y económico de sus habitantes. Además del nombre de
cada familia, Casa Bielsa o Casa Arnal, por ejemplo, nombres con los que aún se
sigue conociendo a muchas de esas familias en la actualidad, muchas de las
puertas de Aínsa mantienen esos antiguos llamadores, que el herrero diseñaba
con mayor detalle y cuidado cuanto más ricos eran sus dueños.
Un
paseo por las empedradas casas de este precioso pueblo de trazado medieval, declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1965.
No sólo
se representa el falo: los testículos tienen también su
papel, ya que hacen las veces de asa o tirador. Y los llamadores no sólo están
en puertas de casas, también hay algunos en puertas de corrales, pajares y
bordas.
No
todos los llamadores tienen forma fálica. Los hay también con forma de anillo, con formas geométricas o con siluetas de animales: serpientes, lagartos, perros… Desde el
pez, como símbolo de los primeros cristianos, pasando por el carácter mágico de los reptiles o la simple función
decorativa del perro. Y, además de los llamadores tallados en hierro, también
los hay con patas de jabalí (utilizado como
símbolo de protección).
Texto: Ana Cruzat www.viajealpirineo.com
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